viernes, noviembre 23, 2007

El Sheraton y mi Abuelo III

Pero volvamos nuevamente al Sheraton.

Hacia 1960, el Congreso Nacional autoriza la compra de los terrenos de Catalinas Norte para ejecutar en el lugar el proyecto. Al año siguiente, la Municipalidad crea la “Comisión de Catalinas Norte”.

A partir de ese momento, se decide agilizar la urbanización del sitio, y se encomienda a una reestructuración del trazado para simplificar las zonas. Finalmente, en el año 1967 una Ordenanza Municipal subdivide el terreno, que terminará limitándose a la construcción de un conjunto de edificios en torre.

Los predios asignados fueron nueve; a saber: Impresit Sideco, Aerolíneas Argentinas, UIA (Unión Industrial Argentina), CONURBAN S.A., Kokourek S.A., I.B.M., SEGBA y, finalmente, el Sheraton .

El nombre de los implicados de alguna forma resume el espíritu de la administración del gobierno de facto de Onganía, donde prevalece la incentivación de las inversiones directas en ramas de la industrial nacional. Capital extranjero + Industria Nacional podría ser la fórmula que marcó las circunstancias globales del arribo del Sheraton a la ciudad.

Articular las cuestiones más globales sobre una problemática a veces resulta fácil, porque la bibliografía histórica puede ayudar a trazar los marcos conceptuales de una situación histórica. Pero en el caso de mi abuelo, me acecha una pregunta: ¿cómo recuperar esa trama de agentes que posibilita la aparición de mi abuelo en escena? No tengo idea, sólo conjeturas que hacen a una situación general. El arribo de los rollos de alambre a la empresa multinacional se me aparece como la convergencia de dos mundos con lógicas disímiles. Marte y la Tierra. Lo privado y lo público tocados en un punto, que es el Sheraton.

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