viernes, noviembre 23, 2007

El Sheraton y mi Abuelo IV

Un breve resumen del territorio donde vivieron históricamente los Heinz, la familia de mi abuelo, podría ser el siguiente fragmento, extraído de la wikipedia: “El 21 de diciembre de 1905, se promulga una ley que establece la creación del partido de Vicente López, anteriormente parte del de San Isidro. En 1917 Rodolfo Negrete fundó una sala de primeros auxilios y un año después un lactario, además de impulsar la creación del Club Náutico. Durante las décadas de 1920 y 1930 se construyó el puerto y pavimentaron las principales avenidas.

Olivos es nombrada cabecera del partido hasta el 14 de septiembre de 1939, fecha en que el municipio es declarado ciudad, y Olivos pasa a ser uno de sus nueve barrios” . No está de más decir que, como territorio ubicado en la periferia de esa cabeza de Goliat que es buenos aires, Olivos recibe su “bautismo” a partir de un elemento común, una especie de bendición técnica: hacia 1893, el Ferrocarril del Norte (actual ramal Tigre de la línea Bartolomé Mitre) inaugura el tramo que va desde la estación Belgrano hasta la nueva estación Olivos.

Con lo cual, los territorios se van configurando a través de una misma matriz modernizadora. La zona de Catalinas Norte va mutando su forma a través de su cercanía con el puerto y con las vías de transporte. Mientras que Olivos adquiere un valor simbólico de peso con la construcción de las vías de transporte que le dan al Estado nacional, y a Buenos Aires en particular, un sitio en el contexto internacional.

Hacia 1930, la familiza Heinz se desplaza desde Beccar hacia Olivos, posiblemente motivada por la nueva fisonomía que adquiría el barrio. Arturo Heinz, mi abuelo, era apenas un infante de 8 años. En aquella época, la ciudad de Buenos Aires también estaba imbuida en algunos proyectos de urbanización moderna como la Diagonal Norte y la Diagonal Sur, en momentos en que Irigoyen era derrocado por el primer golpe de Estado a un gobierno democrático.

Atrás habían quedado las transformaciones urbanas de la época del bicentenario, cuando se decide reacondicionar Buenos Aires como ciudad metrópoli moderna. El resultado mas representativo es la Av. De Mayo, cuyos extremos son las construcciones de mayor poder simbólico del Estado nacional: el Congreso y la Casa Rosada. Esta infraestructura anticipaba, en el ámbito político, las reformas que las elites implantarían al poco tiempo, tales como la Ley Saenz Peña que instituía el voto secreto y obligatorio.

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