Con esas palabras mi amiga Mercedes detallaba la foto que acababa de enviarme por MSN.
Cuenta la historia que allá por el año 2005 aterricé en su casa del barrio de Boedo para ocupar uno de las habitaciones/departamentos donde se albergaban algunos outsiders, amigos, etc. Luego de un par de años volví al nomadismo, un poco apretado por la inminente venta de su casa, otro poco para cumplir con el digno sueño burgués del hogar propio y privado.
El lugar está actualmente en construcción luego de demolerse. Mercedes se acercó al agujero que antes había sido su casa y sacó algunas fotos, de las cuales ésta es una.
Lo que impresiona es que puedo reconocer algunas partes. Por ejemplo, los azulejos conformaban la pared de la mesada, que se extendía a lo ancho de la habitación.
El cuadro que forman los azulejos en el vértice con la otra pared era la kitchinet. Tenía forma de parrilla, como si en sus orígenes el espacio hubiese sido abierto para hacer asados.
La fragilidad de la estabilidad citadina. Borrón y cuenta nueva.
Lo que impresiona es que puedo reconocer algunas partes. Por ejemplo, los azulejos conformaban la pared de la mesada, que se extendía a lo ancho de la habitación.
El cuadro que forman los azulejos en el vértice con la otra pared era la kitchinet. Tenía forma de parrilla, como si en sus orígenes el espacio hubiese sido abierto para hacer asados.
La fragilidad de la estabilidad citadina. Borrón y cuenta nueva.