viernes, noviembre 23, 2007

El Sheraton y mi Abuelo V

Ya en 1960, con ansias modernizadoras de nuevo tipo, arrancarían aquellas obras que configurarían el espacio urbano moderno. Las razones de peso son muchas, pero es evidente que la ciudad busca acomodarse al nuevo flujo de inversiones y transformarse en una ciudad a la altura de las nuevas concepciones del espacio urbano.

La ordenanza Municipal del año 1967 habilita el Plan Director para la Capital Federal, que “respondió a los lineamentos generales del planeamiento británico para Londres a la nuevos procedimientos... aunque se trata básicamente de un transplante de conceptos, tecnicas y métodos en un contexto que lo hace muy disímil del original” . El proyecto incluía desde los conjuntos habitacionales Lugano I y II, el Parque Saavedra, Reestructuración de Retiro hasta el desarrollo del área de Catalinas Norte y Sur.

En el límite difuso, entre las décadas del 60 y del 70, mi abuelo recibía el pedido de láminas de alambre para el hotel. En ese entonces, la cadena de producción aún no presentaba la monopolización absoluta de todas las instancias para una obra de estas características. Por lo tanto la inversión se correspondía, en última instancia, con trabajo real. Ingresaba al tejido social en forma de trabajo material. Mi abuelo era un trabajador autónomo, que vivía modestamente en una zona de clase media de Olivos.

Un escenario perimido que, sin embargo, conforma otro de los períodos de cambio de la ciudad que bien podría integrarse a la lista de las distintas Buenos Aires como una capa geológica más de las que profetizaba Martínez Estrada. Una Buenos Aires donde, parafraseando a la filósofa Susan Buck Morss, “...las ruinas obsoletas del pasado reciente aparecen como residuos de un mundo de ensueño...que deja rastros...bajo la forma de elementos físicos de la ciudad” .

FIN (sólo formal, ya seguiremos...)


Un video que viene de anillo al dedo. Gracias Antropomok



El Sheraton y mi Abuelo IV

Un breve resumen del territorio donde vivieron históricamente los Heinz, la familia de mi abuelo, podría ser el siguiente fragmento, extraído de la wikipedia: “El 21 de diciembre de 1905, se promulga una ley que establece la creación del partido de Vicente López, anteriormente parte del de San Isidro. En 1917 Rodolfo Negrete fundó una sala de primeros auxilios y un año después un lactario, además de impulsar la creación del Club Náutico. Durante las décadas de 1920 y 1930 se construyó el puerto y pavimentaron las principales avenidas.

Olivos es nombrada cabecera del partido hasta el 14 de septiembre de 1939, fecha en que el municipio es declarado ciudad, y Olivos pasa a ser uno de sus nueve barrios” . No está de más decir que, como territorio ubicado en la periferia de esa cabeza de Goliat que es buenos aires, Olivos recibe su “bautismo” a partir de un elemento común, una especie de bendición técnica: hacia 1893, el Ferrocarril del Norte (actual ramal Tigre de la línea Bartolomé Mitre) inaugura el tramo que va desde la estación Belgrano hasta la nueva estación Olivos.

Con lo cual, los territorios se van configurando a través de una misma matriz modernizadora. La zona de Catalinas Norte va mutando su forma a través de su cercanía con el puerto y con las vías de transporte. Mientras que Olivos adquiere un valor simbólico de peso con la construcción de las vías de transporte que le dan al Estado nacional, y a Buenos Aires en particular, un sitio en el contexto internacional.

Hacia 1930, la familiza Heinz se desplaza desde Beccar hacia Olivos, posiblemente motivada por la nueva fisonomía que adquiría el barrio. Arturo Heinz, mi abuelo, era apenas un infante de 8 años. En aquella época, la ciudad de Buenos Aires también estaba imbuida en algunos proyectos de urbanización moderna como la Diagonal Norte y la Diagonal Sur, en momentos en que Irigoyen era derrocado por el primer golpe de Estado a un gobierno democrático.

Atrás habían quedado las transformaciones urbanas de la época del bicentenario, cuando se decide reacondicionar Buenos Aires como ciudad metrópoli moderna. El resultado mas representativo es la Av. De Mayo, cuyos extremos son las construcciones de mayor poder simbólico del Estado nacional: el Congreso y la Casa Rosada. Esta infraestructura anticipaba, en el ámbito político, las reformas que las elites implantarían al poco tiempo, tales como la Ley Saenz Peña que instituía el voto secreto y obligatorio.

El Sheraton y mi Abuelo III

Pero volvamos nuevamente al Sheraton.

Hacia 1960, el Congreso Nacional autoriza la compra de los terrenos de Catalinas Norte para ejecutar en el lugar el proyecto. Al año siguiente, la Municipalidad crea la “Comisión de Catalinas Norte”.

A partir de ese momento, se decide agilizar la urbanización del sitio, y se encomienda a una reestructuración del trazado para simplificar las zonas. Finalmente, en el año 1967 una Ordenanza Municipal subdivide el terreno, que terminará limitándose a la construcción de un conjunto de edificios en torre.

Los predios asignados fueron nueve; a saber: Impresit Sideco, Aerolíneas Argentinas, UIA (Unión Industrial Argentina), CONURBAN S.A., Kokourek S.A., I.B.M., SEGBA y, finalmente, el Sheraton .

El nombre de los implicados de alguna forma resume el espíritu de la administración del gobierno de facto de Onganía, donde prevalece la incentivación de las inversiones directas en ramas de la industrial nacional. Capital extranjero + Industria Nacional podría ser la fórmula que marcó las circunstancias globales del arribo del Sheraton a la ciudad.

Articular las cuestiones más globales sobre una problemática a veces resulta fácil, porque la bibliografía histórica puede ayudar a trazar los marcos conceptuales de una situación histórica. Pero en el caso de mi abuelo, me acecha una pregunta: ¿cómo recuperar esa trama de agentes que posibilita la aparición de mi abuelo en escena? No tengo idea, sólo conjeturas que hacen a una situación general. El arribo de los rollos de alambre a la empresa multinacional se me aparece como la convergencia de dos mundos con lógicas disímiles. Marte y la Tierra. Lo privado y lo público tocados en un punto, que es el Sheraton.

El Sheraton y mi Abuelo II

Las condiciones que posibilitan su construcción nacen junto con la caída del peronismo. Según Leonardo Contreras, “hacia 1956, la Dirección de Arquitectura y Urbanismo observó el desaprovechamiento de los terrenos de Catalinas Norte, resolviendo la recuperación y transformación del área limitada por las calles Eduardo Madero, Córdoba, Leandro N. Alem y San Martín” . Era el inicio de un proceso de inserción de la ciudad en el contexto internacional a través de la llegada incipiente de los capitales extranjeros.

El nombre de Catalinas Norte se debía a que estos lugares eran los terrenos que la Sociedad Anónima The Catalinas Warehouses and Mole Company Limited tenía en el barrio de Retiro. Se trataba de una sociedad que había sido formada en 1872 por Francisco Seeber con el objetivo de levantar una aduana particular en la zona de Retiro y un muelle a la altura de la barranca de la calle Paraguay. De manera que la denominación de esas tierras expresa también la dinámica conflictiva imbricada en los proyectos de urbanización ubicados alrededor del estratégico del puerto de Buenos Aires.

El rascacielos Cavagnha, la torre de los Ingleses, la Plaza San Martin, la Estación Retiro, el Sheraton, Puerto Madero, la (molesta) Villa 31, son los nodos principales que conforman el espacio de frontera, la puerta de acceso a la alteridad y del otro. El Mercado, los inmigrantes, los viajes… esa alteridad que en algunos aspectos parece penetrar los territorios que tradicionalmente eran pensados como locales y que en la actualidad, a través de sus fuerzas centrífugas, descompone la ciudad en bloques globales de negocio inmobilarios y culturales.


Contreras, Leonel, Rascacielos Porteños, Comisión para la preservación del patrimonio histórico cultural de la ciudad de buenos aires, p.154. Disponible en www.buenosaires.gov.ar/areas/cultura/cpphc/archivos/libros/temas_15.pdf


El Sheraton y mi Abuelo I


Cuando paso por el frente del Hotel Sheraton en uno de esos recorridos ocasionales por Retiro, esa zona saturada de automóviles, oficinas y smog, a menudo me asalta una pequeña anécdota que siempre contaba mi abuelo. Él construía las láminas de alambre para venderlas, tanto a particulares como a consorcios y empresas, y tenía su taller extenso en su cochera de la casa de Olivos en el norte de la provincia de Buenos Aires.. Siempre que iba a visitarlo era común ver en varios rincones del taller los rollos de alambre, mientras él manipulaba el telar mecánico.

Mi reconstrucción es sencilla: hacia fines de la década del 60 y principios del 70 llegó hasta allí una persona representante de los contratistas del afamado hotel, que por entonces estaba en construcción, para que mi abuelo le proporcionara los tejidos de alambre adecuados para la cancha de tenis que planeaban construir en su interior.

Al observar la foto del hotel internacional pienso en aquella frase de Martínez Estrada acerca de que existían muchas Buenos Aires dentro de Buenos Aires. Una de ellas era la Buenos Aires bárbara, primitiva, heredera de la buenos aires semicolonial y otra ese caos moderno que ahora nos resulta bastante actual. Sin embargo, cuando el autor escribía la obra que menciona la frase, Buenos Aires recién comenzaba a transitar por las transformaciones urbanas modernas. La obra se remonta a un contexto anterior al proyecto de urbanización moderna de la ciudad que posibilitó la construcción del Sheraton Hotel y se corresponde con otra época. Pero hay una pregunta que, en forma de juego, circunstancialmente pongo a rodar: ¿Qué hubiera dicho el pensador argentino de esta nueva etapa de Buenos Aires?

Esta época nos retrotrae a una Buenos Aires que comienza a ser pensada en términos de ciudad internacional o global. Una ciudad global es aquella que, citando a la socióloga Saskia Sassen, “representa un momento en la trayectoria del capital globalizado donde ese capital tan electrónico, poderoso, elusivo, invisible, se vuelve hombres y mujeres, y se convierte en una necesidad de edificios y de infraestructura“ .

Martínez Estrada, Ezequiel, La cabeza de. Goliat : microscopía de Buenos Aires, Bs. As., Ed. Losada, 1983. El año de la primera edición se remonta a 1940.

Sassen, Saskia, entrevista en Revista Teína del nro. 4 de 2004. Ubicable en http://www.revistateina.com/teina/web/Teina4/dossiesassen.htm

sábado, noviembre 03, 2007

Bendita Locura



Mi querido amigo Leo me trajo de España un librillo, aunque por su tamaño habría que decir, libraco, que hacía algún tiempo estaba anhelando. Bendita Locura, una biografía bastante completa de la vida del líder de los Beach Boys, Brian Wilson. Las referencias que tenía del libro, del periodista español Luis Gonzalez Balsa, eran bastante buenas y la verdad es que no me decepcionó.

Se nota que hay mucha lectura por detrás del libro. Está bien narrado, incluso hay una buena contextualización social y cultural de la California de mediados de siglo XX. Orígenes del surf, la locura de Mason, la psicodelia y la nueva cara del capitalismo con el negocio discográfico a partir de la explosión de los Beatles. Además, la visión del autor no es la de un fanático que pone el cheque en blanco por su grupo añorado. Hay una visión objetiva sobre el grupo y los negocios, quizás demasiado comprensivo con Brian, pero tampoco lo hace quedar como un santo. En suma, no sólo se trata de meterse en las penumbras del genio de Brian, sino también de configurar un panorama bastante amplio del contexto de acción de los Beach Boys.

Por supuesto, muy buenas anécdotas, frases exquisitas, delirios graciosos y lúgubres de todo tipo. La visión sobre ese disco nunca terminado (digamos que el Smile que sacó Mr. Wilson en el 2005 no tiene nada que ver con el espíritu de las exquisitas sesiones aún sin editar) es bastante lógica. Sin tratar de llevar al altar de leyenda las razones por las que el álbum no se editó en su momento, pero sorprendido (como yo!) por lo visionario, hermoso y singular del proyecto.

En fin. Un libro muy recomendable. 500 páginas que se leen muy rápido (tardé una semana en leerlo, ahora lo estoy hojeando por aquí, por allá, anotando data... ). ¿Cómo conseguirlo? Fácil. Vayan a España, lo compran, y se vuelven.
Suerte!