martes, mayo 13, 2008

Crossroads


No es la primera vez que me sucede y, supongo, no será tampoco la última. Pero el hecho de encontrarme en un entramado similar a una encrucijada inquieta.

A veces se pronunciaba el peligro en ráfagas episódicas cotidianas. Como dar con un panorama de tu cotidianidad y ver que algo no cuaja. Una intuición basada en el detalle minúsculo, primario, que uno enlaza en la oscuridad de una necedad de nene orgulloso.

Y de pronto, dolores, aplazos, cansancios. Cuando un elemento se disiente, la frágil economía del entramado cotidiano que conforma a uno se resquebraja. Ingresa en una etapa de desequilibrios. El desequilibrio anuncia una zona de semejanzas y equivalencias en distintos ámbitos de la vida. El desequilibrio es totalitario. Mueve las fichas de forma suprema; con una coherencia que lesiona los sentidos. Los objetos cobran vida y anuncian el destino al que hay que temer. Es un rol que conozco, desgraciadamente, a la perfección.

Me siento como si Habermas se hubiese permitido "darse cuenta" que el proyecto moderno es una ilusión sin sustento. Ensayando equivalencias más modestas, me siento como el Tula sin el bombo peronista. ¿Quién soy ahora? El tejido poderoso de la cotidianidad me irá mostrando la trama que de alguna forma estoy eligiendo. Hoy estoy incapacitado de ver más allá de mis narices. No será la primera vez, ni tampoco la última.

Siempre leí que el Barón Haussmann, el arquitecto que rediseño París tirando media ciudad abajo en el siglo XIX, tuvo en cuenta distintas variables para el rediseño de la urbe. Ellas incluían circulación (transporte, economía), política (mayor transparencia del entramado urbano, mayor capacidad de control social), y cultural (darle un sustento espacial a la idea del paseo burgués a través del boulevard). Destruir para comenzar de nuevo.

¿Es esto posible?

Cada vez que me topé con encrucijadas en mi vida, sentí que se trataba justamente de destruir para volver a comenzar. Estoy cansado de destruir. Más cuando lo destruido aparece disociado de su agente. O quizás la encrucijada sea yo.

Malditos estudios.

3 comentarios:

Sebas dijo...

Siempre es mas facil y mas barato destruir que construir. Aunque tambien mas directo. Son momentos, son fobias, son ganas.

Joaquín Kreimer dijo...

You could remember in these moments.... the remarcable phrase with which one of the greatest rock n roll bands concluded, perhaps, their best album....

"And in the end....
the love you take
is equal to the love you make".

Don´t let yoursfelf down !!

Román Preciado dijo...

Me gustó la metáfora del Tula.
Un poco a contramano del texto que la contiene, creo que dicha imagen me empuja a salir un poco hacia fuera, para pensar que pocas veces asistí a semejante momento de confusión generalizada. Veo palcos dolorosos (muy), barricadas oportunistas (no todas) y, principalmente, el recrudecimiento de la MENTIRA, desde casi, casi, todos los sectores.