sábado, diciembre 27, 2008

La prótesis como clave de "lo humano"

El filósofo español Fernando Broncano es uno de los pensadores sobre la ciencia y la tecnología mas intersantes de la actualidad. En su sitio web encontré hace algunos días un ensayo que incluye este párrafo que dejo abajo. Se trata del desarrollo de la idea de prótesis, un concepto bastante usado en la actualidad y que -según recuerdo- popularizó el pensador canadiense Marshall McLuhan.

Sin embargo, el desarrollo que le da Broncano permite enfocar tambien los procesos actuales de "saturación" tecnológica no solo como malestar, sino como aceleración de procesos donde lo biológico y lo cultural no están separados como compartimentos estancos sino como una interdependencia y mezcla conflictiva y productora de nuevos vínculos y relaciones entre "lo humano" y su entorno. El texto es altamente recomendable en su totalidad además porque desarrolla su idea de lo humano en tanto ciborg (no, no.. no se trata de que todo somos Robocop. Descartenlo).

El Extracto:

"Los humanos somos seres hechos por prótesis. Toda prótesis molesta. Es la molestia de lo nuevo, la invasión de los hábitos y los patrones que se han convertido en otra manera de ser. Nuestro cerebro crea los patrones esenciales de acción que corresponden a las acciones
que nuestros órganos motores están capacitados para realizar. Cualquier variación, constricción, simple modificación, produce molestias que se traduce en un malestar que persistirá hasta que la prótesis se reabsorba como un elemento más del cuerpo y de su sistema de hábitos: los zapatos nuevos, las gafas, los audífonos, las prótesis dentales,… producen extrañamiento de nuestro ser, que ha dejado de ser él mismo en alguna de sus zonas, que ahora se viven como zonas erróneas, y obligan a una reacomodación al objeto invasor. Cuando se produce la reacomodación se restaura la cotidianeidad, el bienestar ahora en
una situación novedosa, en un nuevo lugar del espacio de posibilidades que se ha transformado como resultado de la invasión de la prótesis.

Las prótesis que conforman el cuerpo ciborg no solamente restauran funciones orgánicas dañadas, como ocurre con las gafas, los audífonos, las extremidades ortopédicas, los marcapasos y las rótulas artificiales: son a veces creadoras de funciones vitales. Así el vestido, el calzado, la vivienda, la cocina, los animales domésticos, los vegetales cultivados, el universo entero de herramientas e instrumentos con los que nos rodeamos, los lenguajes escritos, las instituciones sociales, los códigos y normas, las religiones y rituales, el arte. Todos inducen
transformaciones en el espacio de posibilidades, todos comienzan por la intrusión de una prótesis que reconfigura el ser humano pero al hacerlo transforman las trayectorias de acciones y planes futuros de esos seres. Las prótesis desclasan, desclasifican, transforman: nos convierten en galateas que habitan nuevos espacios, en seres desarraigados y exiliados a nuevas fronteras del ser.


Las prótesis son una suerte de exilio: las patrias, las infancias y aquellos otros lugares del que los humanos son expulsados son construcciones donde las raíces crecen en un suelo de hábitos, un trasfondo efervescente de creaciones y cambios impulsados por las diversas prótesis que nos habitan o habitamos y que nos empujan fuera de los orígenes. Todos los exilios se viven como expulsión, como malestar y como nostalgia de lo ido sin que quepa la esperanza de recobrar el lugar perdido, como cuando volvemos al pueblo y tras los saludos y parabienes notamos el cambio irreversible de un sitio que ya no es nuestro: el viejo cine cerrado, la gente que se ha vuelto rica y engreída, no reconocemos al amigo entrañable en esa cara devastada por el tiempo, ni a la antigua adolescente que amamos en esa opulenta madre.

Las prótesis producen el mismo efecto. Al caminar desnudos y descalzos por un momento sentimos el placer inmenso de la vuelta a nuestro cuerpo, pero al poco sentimos que ya no es nuestro estado, que nos dañan las piedras, que nos invade el pudor y que esa visita a lo natural no puede extenderse más allá de ese instante. Las vueltas del exilio no son las vueltas del hijo pródigo (tampoco sabemos qué sintió el hijo pródigo, acaso un inmediato arrepentimiento por la vuelta). El ciborg nunca vuelve de su exilio: las posibilidades ganadas le han transformado hasta un punto que el mundo se ha convertido en otro mundo"...

"Los ciborgs ya no son humanos. Los ciborgs saben que las especies son construcciones inestables en el río histórico de la deriva genética. Saben que el calificativo de humanos se empleó muchas veces para justificar la dominación: sobre los animales, sobre otros humanos que tenían apariencia humana pero hablaban otras lenguas, olían de otro modo, rezaban a otros dioses. Los humanos eran seres que afirmaban “todos los hombres son racionales”, “todos los hombres son mortales” y en el nombre de seres tan abstractos declaraban guerras a los bárbaros. Uno de los motivos de melancolía de los ciborgs es que no tienen un adjetivo para referirse a todos ellos: “seres humanos” les parece un poco cursi, “posthumanos” también, un término de diseño a la medida de la “new age”. Les llamaremos “seres de la frontera”".

5 comentarios:

Sebas dijo...

Un bello escrito, algo benjaminiano en su melancolía, y un poco de apocalíptico cool.

Nave Loto dijo...

Jajaja... Sebas, tengo la impresión que en tu comentario el "tono" benjaminiano está vinculado fuertemente con lo apocalíptico. La idea de la historia como pesadilla, básicamente, es una cita a Benjamin. Aunque de cualquier manera lo apocalíptico sea más una clave de lectura que la forma de lo real. Y cada vez estoy más en desacuerdo con la idea de "melancolico" como adjetivo ligado a Benjamin. A mi entender, una lectura interesante de Lash para sopesar a Latour (o mejor dicho, una lectura sobre el interes de Benjamin por "lo melancólico"). En la lectura del pasado que hace Benjamin hay preanuncios de futuro. Hay una mirada "multidimensional": la famosa constelación. Como un filtro que permite dar cuenta de lo nuevo. Me parece que Benjamin no llora y/o chilla por el mundo desaparecido.
Lo de apocalíptico cool tenés razón, pero cada vez me cae mejor esta mirada que la de su primo tuerto: el optimismo cool, eh? jeje. Salute!

Martin dijo...

No queria terminar el 2008 sin dejarte un comentario. En realidad, comentario de tu comentario: Benjamin es tan melancolo como no melanco. Un dia es el mas oscuro de todo Frankfurt y magicamente raqueteas algun texto del tipo que aliviana las cosas, la famosa bocanda de aire fresco. Te mando un abrazo bloggero, el primero y el ultimo del año...

Nave Loto dijo...

Totalmente de acuerdo!

Anónimo dijo...

Se le ruega quitar la obra de arte de la artista Carmen Luna (collage, tecnica mixta y pintura)por no haber solicitado autorización y estar todas las obras registradas. Además de no mencionar su autoría.