¿Qué sucedió?
De pronto, el tema del campo se expande, adquiere fuerza. Desde un fetichismo técnico, relativo a la eficacia y/o el error de la medida de las retenciones nos desplazamos con el desarrollo de los días hacia una, al parecer, disyuntiva política con dos opciones vistas como proyectos de país.
El campo, la patria "profunda" y federalista. Sudor de músculos y de cosecharás tu siembra. Finalmente se levanta para reclamar sus derechos pisoteados por la centralizacion recaudatoria del Estado. Las retenciones como confiscación antidemocrática
Y por otro lado, el Gobierno. Las políticas de Estado como reguladoras legítimas de la redistribución del ingreso. Guardian del bien común para todos los argentinos y no sólo para sectores provilegiados.
En estos últimos días el panorama político local estuvo -está- atravesado por estos dos escenarios imaginarios fuertes que parecen actuar como aspiradoras ante cualquier opinión y/discurso. Actúan como purificadores de estos. Ensamblan y revisten de dramatismo a la puja por la verdad. Tenemos las claridades que recibimos de los medios. Las medimos a partir de lo que leemos, de lo que percibimos. Tenemos, a fin de cuentas, experiencias cotidianas que nos informan por "la puerta del fondo" (aunque a la luz del día), que las posiciones y alternativas son más multiformes que lo que parecen.
Hoy mas que nunca tengo la sensación, creo que compartida por varios conocidos (al menos), que estamos inquietos. Nos preocupa lo que sucede por un lado porque es sabido que las consecuencias se integran al esquema nacional. Justamente las retenciones son una de las herramientas legítimas que tiene el Estado para recaudar. O sea, lo que producimos todos en el territorio que le corresponde al Estado Nacional administrarlo para el conjunto de los habitantes del país. Políticas soberanas (no las únicas) para contrarrestar el flujo de dinero, precios y valores que circula por el globo.
No me interesa tanto dar mi opinión sobre el asunto, sino de resaltar algo de la incomodidad que percibo en varios/as frente al tema. Algo desmemoriados o fríos y distantes ante la militancia política (pero sin embargo con una creciente curiosidad ante los diagramas que visualizamos en el presente y vislumbramos en el futuro). Quizás desprovistos de útiles, elementos y técnicas que permitan rearmar algo cercano a una intervención presencial y corpórea pasional, estimulante y consolidada, varios de los integrantes de mi generación se mueven (nos movemos) entre la discreción y la desorientación, incluso en los que tenemos una opinión específica al respecto.
El tema es complicado y, por supuesto, no es el objetivo de esto que escribo darle una respuesta. Con algo de aventura nos permitimos un paseo por la memoria, retomamos de la historia pasada algunos elementos, los superponemos con el presente a ver si cuajan. Algunos elementos, actores, resuenan muy mal. Me resulta imposible apoyar una protesta promovida por la Sociedad Rural. Un ejemplo de lo que estoy diciendo. Pero sería entrar nuevamente en el escenario transparente, higiénico, descontaminado de "El campo vs. El Gobierno" (a pesar de que, nuevamente, esta imposibilidad es concreta y acontece en lo real).
Parafraseando desvergonzadamente a uno de esos teóricos rusos formalistas de inicios del siglo XX, a veces siento que tengo que leer "la dominante" de cada escenario. Es decir, cual es el elemento o la fuerza de interés que actúa de forma hegemónica para poder "medir" lo que está en juego. Esta situación me convence cuán opaca y rugosa es la percepción de la realidad. A veces nos acostumbramos de forma cómoda a esos avisos acerca de que vivimos en emocionalidad, en las prácticas concretas, que estamos (o necesitamos creerlo asi?) menos mediados y más apegados a los objetos que nos rodean. Mientras tanto, como diria un francés que estoy leyendo actualmente (el sr Latour), los híbridos siguen proliferando.
Una anécdota generacional: a veces me pregunto si la gracia que nos genera la incomodidad de la generacion precedente a la nuestra ante los nuevos objetos técnicos complejos tiene alguna filiación o simetría con la sensación de desconfianza que tiene aquella respecto de nuestras posturas políticas. Nueva purificacion: Ideas vs. Prácticas; Política vs. Objetos. Pero no todo es un lecho de rosas para las nuevas generaciones.
Lo cierto es que me generan dudas muchos elementos del actual escenario. Dudas que a veces se superponen a la tristeza por no poder compartir las lecturas del actual panorama con gente afín. Y siento esa maquinaria purifidadora que acecha todo el tiempo. Si expreso mi creencia en la legitimidad de la práctica asamblearia de los ruralistas y en la imposibilidad de ELIMINAR el conflicto, el hacha se yergue sobre el cuello y en seguida me muestran las cartas. D'Angelis, La SRA, las 4x4, las señoras bien vestidas de barrio norte y los chicos cool onda "hacienda" de los barrios acaudalados de la capital. Y entonces tengo que aclarar, por vigésima vez, que no estoy a favor de eliminar las retenciones (la carta mayor).
¿Tengo que tranquilizarme porque el Congreso está debatiendo el tema? Vuelvo al juego cotidiano puro del quehacerconmivida? Ok, el congreso ahora debate, me voy a la cama. Y sin embargo resuena como un mal recuerdo la/s historia/s no tan lejana/s. En conclusión, un embole. Lo digo con rabia disimulada. Y sin embargo, tengo algunas frases en mi cabeza que me desdicen y confrontan. Una de estas dice:
"El asombro de que las cosas que estamos experimentando ocurran aún en pleno siglo XX no es filosófico. Este asombro no es principio de conocimiento —a menos que sea el conocimiento de que la visión de la historia que lo hace posible es insostenible". (W. Benjamin)
Seguiremos escupiendo más adelante.
Foto: Myoung Ho Lee
De pronto, el tema del campo se expande, adquiere fuerza. Desde un fetichismo técnico, relativo a la eficacia y/o el error de la medida de las retenciones nos desplazamos con el desarrollo de los días hacia una, al parecer, disyuntiva política con dos opciones vistas como proyectos de país.
El campo, la patria "profunda" y federalista. Sudor de músculos y de cosecharás tu siembra. Finalmente se levanta para reclamar sus derechos pisoteados por la centralizacion recaudatoria del Estado. Las retenciones como confiscación antidemocrática
Y por otro lado, el Gobierno. Las políticas de Estado como reguladoras legítimas de la redistribución del ingreso. Guardian del bien común para todos los argentinos y no sólo para sectores provilegiados.
En estos últimos días el panorama político local estuvo -está- atravesado por estos dos escenarios imaginarios fuertes que parecen actuar como aspiradoras ante cualquier opinión y/discurso. Actúan como purificadores de estos. Ensamblan y revisten de dramatismo a la puja por la verdad. Tenemos las claridades que recibimos de los medios. Las medimos a partir de lo que leemos, de lo que percibimos. Tenemos, a fin de cuentas, experiencias cotidianas que nos informan por "la puerta del fondo" (aunque a la luz del día), que las posiciones y alternativas son más multiformes que lo que parecen.
Hoy mas que nunca tengo la sensación, creo que compartida por varios conocidos (al menos), que estamos inquietos. Nos preocupa lo que sucede por un lado porque es sabido que las consecuencias se integran al esquema nacional. Justamente las retenciones son una de las herramientas legítimas que tiene el Estado para recaudar. O sea, lo que producimos todos en el territorio que le corresponde al Estado Nacional administrarlo para el conjunto de los habitantes del país. Políticas soberanas (no las únicas) para contrarrestar el flujo de dinero, precios y valores que circula por el globo.
No me interesa tanto dar mi opinión sobre el asunto, sino de resaltar algo de la incomodidad que percibo en varios/as frente al tema. Algo desmemoriados o fríos y distantes ante la militancia política (pero sin embargo con una creciente curiosidad ante los diagramas que visualizamos en el presente y vislumbramos en el futuro). Quizás desprovistos de útiles, elementos y técnicas que permitan rearmar algo cercano a una intervención presencial y corpórea pasional, estimulante y consolidada, varios de los integrantes de mi generación se mueven (nos movemos) entre la discreción y la desorientación, incluso en los que tenemos una opinión específica al respecto.
El tema es complicado y, por supuesto, no es el objetivo de esto que escribo darle una respuesta. Con algo de aventura nos permitimos un paseo por la memoria, retomamos de la historia pasada algunos elementos, los superponemos con el presente a ver si cuajan. Algunos elementos, actores, resuenan muy mal. Me resulta imposible apoyar una protesta promovida por la Sociedad Rural. Un ejemplo de lo que estoy diciendo. Pero sería entrar nuevamente en el escenario transparente, higiénico, descontaminado de "El campo vs. El Gobierno" (a pesar de que, nuevamente, esta imposibilidad es concreta y acontece en lo real).
Parafraseando desvergonzadamente a uno de esos teóricos rusos formalistas de inicios del siglo XX, a veces siento que tengo que leer "la dominante" de cada escenario. Es decir, cual es el elemento o la fuerza de interés que actúa de forma hegemónica para poder "medir" lo que está en juego. Esta situación me convence cuán opaca y rugosa es la percepción de la realidad. A veces nos acostumbramos de forma cómoda a esos avisos acerca de que vivimos en emocionalidad, en las prácticas concretas, que estamos (o necesitamos creerlo asi?) menos mediados y más apegados a los objetos que nos rodean. Mientras tanto, como diria un francés que estoy leyendo actualmente (el sr Latour), los híbridos siguen proliferando.
Una anécdota generacional: a veces me pregunto si la gracia que nos genera la incomodidad de la generacion precedente a la nuestra ante los nuevos objetos técnicos complejos tiene alguna filiación o simetría con la sensación de desconfianza que tiene aquella respecto de nuestras posturas políticas. Nueva purificacion: Ideas vs. Prácticas; Política vs. Objetos. Pero no todo es un lecho de rosas para las nuevas generaciones.
Lo cierto es que me generan dudas muchos elementos del actual escenario. Dudas que a veces se superponen a la tristeza por no poder compartir las lecturas del actual panorama con gente afín. Y siento esa maquinaria purifidadora que acecha todo el tiempo. Si expreso mi creencia en la legitimidad de la práctica asamblearia de los ruralistas y en la imposibilidad de ELIMINAR el conflicto, el hacha se yergue sobre el cuello y en seguida me muestran las cartas. D'Angelis, La SRA, las 4x4, las señoras bien vestidas de barrio norte y los chicos cool onda "hacienda" de los barrios acaudalados de la capital. Y entonces tengo que aclarar, por vigésima vez, que no estoy a favor de eliminar las retenciones (la carta mayor).
¿Tengo que tranquilizarme porque el Congreso está debatiendo el tema? Vuelvo al juego cotidiano puro del quehacerconmivida? Ok, el congreso ahora debate, me voy a la cama. Y sin embargo resuena como un mal recuerdo la/s historia/s no tan lejana/s. En conclusión, un embole. Lo digo con rabia disimulada. Y sin embargo, tengo algunas frases en mi cabeza que me desdicen y confrontan. Una de estas dice:
"El asombro de que las cosas que estamos experimentando ocurran aún en pleno siglo XX no es filosófico. Este asombro no es principio de conocimiento —a menos que sea el conocimiento de que la visión de la historia que lo hace posible es insostenible". (W. Benjamin)
Seguiremos escupiendo más adelante.
Foto: Myoung Ho Lee
3 comentarios:
Es asi Horacio como raro y nada nuevo, veremos que continua en este imaginario tan real
Jorge
Maravilloso Horace, retrata las preocupaciones que nos tironean de un lado y del otro. De la incontinencia verbal de ambas partes, hasta obvios negociados bajoalfombrados.
Lo que no hay que perder de vista es la falta de una politica agropecuaria (... y energetica, y minera, y educativa, etc...)
Nunca renunciemos a pensar de maneras fructíferas y renovadoras y hagamos lo imposible por ubicarnos bastante más allá de razonamientos predigeridos, eslóganes y reduccionismos arbitrarios.
Mis conclusiones teóricas de trazo grueso respecto de todo este despelote son: inoperancia a raudales, recrudecimiento de antinomias, política sucia, embarramiento de cancha en niveles astronómicos, patoterismo irrefrenable y, una vez más, consagración interminable de la mentira como sustento argumental de las acciones.
Publicar un comentario