jueves, octubre 03, 2019

La ruina a la vuelta de la esquina



Ya sé. Resulta banal y catastrófico empezar con un título así. Pero la sensación en este país no es una. Son varias. Esto es una batidora de ánimos y experiencias unificadas que redundan en síntomas de ansiedad, por momentos angustias, y, obviamente, preocupación. Y en cada una de estas "disciplinas" sensibles sobrevuela la idea de que este país tiene a su amiga la ruina a la vuelta de la esquina esperándolo con los brazos abiertos y las cadenas listas.

¿Por qué ésto? Ingresamos en un período de transición hacia lo que parece ser la vuelta del kirchnerismo al poder. Sea o no este el resultado a fines de octubre, la economía - por citar la dimensión que marcó la agenda y los votos en las elecciones de las PASO - ha ingresado en un pozo gris profundo producto por un lado del fracaso en términos temporales y realistas del gobierno de Cambiemos y, por otro, del posible acceso al poder del sector político que incendió el país que recibió Cambiemos. Se trata de dos fracasos diferentes que ponen en juego las lógicas históricas de la política argentina y escenifican otra vez la tragedia de nuestros obstáculos para el crecimiento en un país desarrollado y digamos "normal" (abierto al mundo, competitivo, con mucha clase media y equilibrio de cuentas).

Este país normal no es tal, obviamente. Pero en Argentina todo este sentido común no existe. No hay un consenso sobre qué país es el más adecuado para lograr inclusión social en el marco de un crecimiento económico. Incluso redundan ideas contrarias a una visión a mediano y largo plazo. En un país con el 35% de pobreza deberíamos ponerle plata en el bolsillo a la gente para que puedan comer. Lo demás queda en un segundo plano. Deberíamos inyectar dinero que no tenemos pero que como país soberano podemos imprimir para poder llevarle "tranquilidad" a la gente (receta inflacionaria en un país al borde hace años de la híper..) Como financiar esto? No es difícil, es más, si de división del mundo se trata habría que mirar hacia los países como Rusia y China que, si bien son autocracias o semi dictaduras, tienen créditos frescos disponibles para saltarnos a los "organismos financieros capitalistas" de occidente que te auditan y piden condiciones "imposibles" de sostener para pagar los préstamos.

Como dijo Loris Zanatta, un país que adora a los pobres difícilmente pueda salir de la pobreza. Y un país que no honra sus deudas pierde credibilidad tanto hacia afuera como hacia adentro. Es un  trayecto gradual, pero firme y sin obstáculos (ahora sí) hacia el sálvese quién pueda como metodología de crecimiento (individual) y como borramiento de cualquier instancia de comunidad pública de intereses (si le va bien al país, me va bien a mí). Se trata de una esquizofrenia del sentido común que tiene su contraparte en una dirigencia envuelta en un populismo corporativista cuya más acabada expresión lo representa el peronismo en general y los intereses corporativos económicos y sociales en la sociedad.

La novedad acá es que este corporativismo ya casi tradicional esta actualmente liderado por un sector político que hizo del saqueo del Estado y del autoritarismo y la mentira un estilo de gobierno. Hacia allí parece que nos dirigimos felices unos, aterrorizados varios y algo escepticos otros. Desmemoriados la mayoría. O como fieles creyentes con ganas de creer una vez más a pesar de que el barco se agita, esta casi roto el timón y el capitán enloquecido que encerramos en las mazmorras tiempo atras ahora te muestra sus diamantes y pone cara de serio mientras prepara nuevamente las navajas y cuchillos para cuando nos decidamos a liberarlo. 

Más adelante escribiré sobre las diferencias entre los fracasos menciondos arriba.

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