Queda cada vez más claro que el país atraviesa una crisis multidimensional tan acuciante que se enfrenta al dilema de si podrá atravesar entero este momento. Si se tratara únicamente de una crisis política sería un problema menor, pero son varios los elementos que contribuyen a la decadencia actual y a la desorientación general. La crisis de 2001, por citar una crisis compleja y terrible, además de ser la última con consecuencias tan devastadoras, pudo atravesarse porque las fuerzas que componían el país en aquel entonces compartían consensos acerca de cómo debía salirse. Uno puede criticar la modalidad de salida, la brutalidad que implicó la "sanación" que elaboró la presidencia de Duhalde en ese entonces (robando los depósitos cuando determinó que los que tenían dolares en los bancos recibirían su equivalente en pesos devaluados, luego del corralito de Cavallo/De La Rua) pero en 2002/2003 el país tenía las cuentas en orden.
Hoy en día, luego de casi dos décadas de desprecio por los números y el más mínimo sentido común económico y simbólico que han instalado los gobiernos kirchneristas, los argentinos sólo tienen una serie de certezas urgentes pero desconocen el o los remedios necesarios para alcanzarlas. Empleo, Inversiones, Exportaciones, Seguridad, estabilidad de precios, Libertad (real) de Expresión serían los deseos más generales. Pero cada uno de estos temas requiere de una serie de reformas y cambios profundos que implican conflictos enormes con las mafias corporativas que están instaladas en el poder y en los resortes del Estado. Como mínimo, la solución requiere de la figura de, al menos, un estadista con la capacidad de dirigir el camino y saber comunicar a la ciudadanía las medidas que se requieren para salir del campo minado en el que se encuentra el país. No me refiero a un Padre/Madre con ínfulas de Divinidad, eso ya tuvimos (y tenemos aún) bastante y acá llegamos.
Ante la falta de un mínimo consenso sobre el país que queremos, y la ausencia de voces en la sociedad civil que nos recuerden o nos refresquen la memoria o la imaginación para visualizar un camino posible, las figuras políticas que sepan convocar e iluminar el momento actual y mostrar el camino posible son indispensables. Para decirlo claramente, hoy en día los organismos de la sociedad civil y las voces de la inteligentzia han sido cooptados para la decadencia reinante, por los fantasmas que siempre nos han acompañado pero que hoy en día se han transformado en dogmas bizarros que sólo aportan mentiras, falacias, mitologías o medias verdades o sequía de ideas acerca del futuro posible para el país. Un paquete de espejismos que sólo aportan resentimiento, envidia, bronca, ira y angustia en aquellos que adhieren a ellos en un círculo vicioso que sólo dificulta aún más el problema.
La grieta no existe. La grieta, en todo caso, es el efecto de la gran decadencia que vive el país. Es un discurso cuya función es justificar la crisis e inmunizarla. Nos pegan con un garrote en la cabeza y debatimos si estás a favor o en contra del golpe. Nos encierran y debatimos si está bien o mal, si estás a favor o en contra. Paralizan la educación y debatimos si es para bien o para mal. Quieren vacunarnos con vacunas sin evidencias, tanto a nosotros como a nuestros hijos, y el tema es si estás a favor o en contra de las vacunas. El espejismo de un país que cree que la política está "intensa" y que hay que bajar un cambio (la propaganda de Larreta se basa en esta idea) para volver al diálogo y los consensos. Aquellos que se autoperciben más allá de esta tribuna decadente e imaginaria son los que más expuesos están al veneno que destila. Por eso es posible hablar de gente que "se hace kirchnerista" en los últimos tiempos. Es un discurso funcional a esta malaria instalada. No persigue ninguna claridad o verdad, sólo ordena los actores, a nosotros, en un teatro de fantasía donde se llenan los casilleros predeterminados.
Pero además el problema es que esta dinámica no se desarrolla en una meseta, se despliega en una barranca donde la gravedad es cada vez más asfixiante y desesperada. Porque hace estallar los lazos sociales debido a su capacidad de diseminación, corroyendo y finalmente destruyendo los valores. Por eso creo que hemos llegado a un momento de "verdad", por llamarlo de alguna forma. Esa realidad comienza a pegarnos descaradamente en la cara y en los próximos meses y años se instalará con una crudeza inédita, creo incluso, para quienes vivimos el 2001 o vivenciamos 1989 en la preocupación de nuestros padres. Hiperinflación, cepos, corralitos, defaults, inseguridad extrema, narcotráfico, autoritarismo, corrupción (esta palabra ya parece decorativa), vaciamiento del Estado. Qué falta? O vamos a vivenciar todo junto como en una pesadilla recurrente y anticipatoria?
La novedad del momento ha sido el resultado de las PASO, que augura una derrota histórica del kirchnerismo y del peronismo. Sólo posible por la unidad de la oposición, donde la figura de Macri ha sido fundamental, y que genero un efecto de fuga de los propios y de nucleamiento de aquellos que quedaron sin piso ante la debacle moral y de gestión de este Gobierno. Soy muy escéptico sobre el desarrollo del escenario porque es dificil afrontar una crisis multidimensional tan profunda y con actores tan agresivos y dañinos, en el marco de un país que recién en estos meses (y en los próximos) comienza a experimentar las tremendas consecuencias de esta decadencia reinante.
Espero ser más tranqui en el próximo post. :-)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario