martes, febrero 15, 2022

Tesina, Neil Young y la cultura woke

Ya elaborada, finalizada y entregada mi tesina sobre las relaciones entre el rock, la contracultura y el negocio discográfico me siento como en un posparto lo suficientemente calmo como para hablar de las novedades que trajo este acting de alma bella cometido por Neil Young al pedir la censura de un periodista llamado Joe Rogan. 

Me pregunto qué habrá sucedido en la mentalidad de gente como Young, Joni Mitchell, Nils Lofgren, David Crosby y Graham Nash para pensar que pedir la censura de las opiniones con las que no acuerdan pueda ser percibido como algo altruista o progresista? Rogan no es nazi, no es comunista, tampoco racista. Que yo sepa tampoco misógino. Entonces....qué piesan que hacen cuando incluso publicitan su postura como un gesto valiente o bienpensante?

Tengo para mi la opinión de que una parte importante del mainstream de estrellas de la música y la actuación se desplazó desde posiciones liberales, es decir, desde posiciones interesadas en la libertad de expresión, la igualdad ante la ley, y de inquietud por la extrema pobreza, hacia posturas más cercanas a un fascismo que se autodenomina "defensor de la variedad" o de "las diversidades" y que cosifica dichas diversidades, o identidades, al extremo de tomar cualquier opinión que critique dicha impostura como censurable o, como se dice ahora, como de ultra-derecha. Lo que es lo mismo.

Estas ideologías están muy expandidas en norteamerica y en algunos circuitos de importancia tanto en Europa como en América Latina. En Argentina este pensamiento está en decadencia como está en decadencia el actual gobierno y el país al que cada día asistimos impávidos a su destrucción cotidiana, con los votos democráticos de una sociedad en descomposición. El feminismo de género hoy en día es un kiosco de negocios turbios, subsidios y burocracia estatal en el marco del peronismo que hoy gobierna. El movimiento LGTBQ festeja el día del orgullo agitando banderas de íconos como el Che, un fascista que al igual que Fidel Castro, encerraba a los homosexuales en "centros de reeducación". Un gesto bondadoso que otro amigo de estos chicos practica hoy en día, me refiero al Vladimir Putin. 

Pero asombra la naturalización de estas creencias en un país como Estados Unidos, cuna de nuestra democracia liberal moderna tal como la concebimos (aún) en el planeta. Y sorprende el prepoteo de gente que yo solía querer mucho, como es el caso de Neil Young. Lo veo impulsando este postureo de gallito enojado y siento una sensación cercana a la vergüenza ajena. Hay que estar muy roto por dentro para pedir públicamente, por cuenta propia, que censuren a alguien, que sino te vas vos. Las razones que usan algunas personas para apoyarlo porque Spotify explota los músicos no cuajan con la situación financiera de estos multimillonarios ex rebeldes, gallitos rabiosos, ahora infanteria VIP del establishment informacional global. 

Recuerdo mi indignación cuando los Metallica pedían que Napster les pagara por la música que circulaba en mp3. La inquietud de los metaleros al menos tenía sentido porque no terminaban de percibir la mutación que estaba sufriendo la industria con la digitalización de los productos culturales (en este caso, la música). Lo de Neil Young se trata de la consolidación de la decadencia de esta gente, que de algún modo nunca terminó de procesar bien su papel en las grandes épocas donde su generación protagonizó una avanzada liberalizadora de energías, experiencias, identidades que irrumpieron sin pedir permiso, sin pedir a cambio la censura de nadie, sólo la necesidad de existir sin ser perseguidos o censurados. No entienden, y nunca lo van a hacer, que la figura de esta decadencia es la del gato mordiéndose la cola.


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